Notas sobre el bullying. Irene Kuperwajs

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I

La invitación a participar hoy en PAUSA me resultó particularmente preciosa. Me llevó al 2006 cuando hablé con Ricardo Seldes para ser parte de esta experiencia. Aunque tenía ya un recorrido en el hospital sospechaba que acá se jugaba otra cosa. Y no me equivoqué. Aprendí mucho acerca de la clínica de las urgencias subjetivas, y compartir experiencias con los que nos formamos en la orientación lacaniana fue invalorable. Tuvo efectos en mi formación. No lo digo con nostalgia, sino con convicción.

El título que proponen tiene un detalle que captó mi atención, niños y adolescentes en urgencia. Sitúa un tiempo y un lugar. Estar en refiere al espacio, al cuerpo, a una erótica del tiempo que convoca el peso del goce del cuerpo. Recientemente, Christiane Alberti1 decía que la juventud es una placa sensible a la contemporaneidad… Hay que tener en cuenta el mundo tal como es, para que la oferta psicoanalítica no esté sin suelo y se mantenga. En el mundo tal como es vemos el "hundimiento del NP"2, no su desaparición; con efectos de desorientación y vacilaciones del fantasma e identificaciones que ya no sostienen a los adolescentes. Vemos que el objeto a en el cenit social comanda a los seres hablantes con su empuje frenético a gozar, vemos la feminización del mundo, la globalización, el calentamiento del planeta, la hipermodernidad, la multiplicación de gadgets y pantallas que envuelven también a los adolescentes en una errancia digital. Vemos que es un mundo que deja más solos a los Unos solos… y evidencia la dificultad para hacer lazo en una época en la que el Otro no existe.

Voy a poner el foco en un síntoma social de la época, del malestar en nuestra cultura, que escucho mucho en la clínica actual: el llamado bullying, que aparece principalmente en púberes y adolescentes, aunque también lo vemos en la infancia. Usualmente se juega en el ámbito escolar, se enmarca en las violencias y el acoso, es un cruce entre ambos pero fundamentalmente se caracteriza por una manifestación de crueldad, de sadismo entre pares. Insultos, agresiones físicas, aislamiento, segregación, ninguneo, amenazas por Internet y chats, cancelaciones, bloqueos. Todos los días leemos noticias sobre esto en el mundo y que en casos muy graves que nos escandalizan, conduce al suicidio. José R. Ubieto es un colega de la ELP que trabaja mucho este tema3, subraya algunas claves interesantes para captar este fenómeno y elabora una lectura del acoso: 1. El eclipse de la autoridad, que lleva a una generalización de la violencia y al todos víctimas. La caída del ideal hace lugar a una dialéctica imaginaria entre pares con la prevalencia imaginaria del cuerpo. 2. La importancia de la mirada y la imagen como fuente de goce en la cultura digital, por ejemplo: imágenes de peleas que producen fascinación 3. La desorientación adolescente respecto a la construcción de la identidad sexual. Hoy no hay S1 que ofrezcan algún semblante claro respecto de cómo ser hombre o mujer. 4. El desamparo del adolescente ante la pobre manifestación de lo que quieren los adultos por él en la vida y la subsecuente banalización del futuro.

II

Es crucial señalar la relación entre este síntoma social y la dificultad de los adolescentes para hacerse un cuerpo, para tener un cuerpo, anudado a los hechos de estructura y al modo en que se juega en la hipermodernidad. Lacan decía en 1967 "El Otro, en última instancia y si ustedes todavía no lo han adivinado, el Otro, tal como allí está escrito, ¡es el cuerpo!"4. Nos enseña que en la pubertad, la irrupción sexual es como "un despertar del sueño" tanto en la vertiente pulsional autoerótica del Uno del cuerpo (irrupción de la metamorfosis) como respecto a la pregunta por "cómo es para los muchachos hacer el amor con las muchachas?" La sexualidad hace agujero en lo real y constatamos que en la pubertad, ante ese encuentro con lo real sexual las respuestas sintomáticas varían y los fantasmas vacilan.

No hay saber que pueda responder, hay lo imposible que se juega sintomáticamente en este despertar al cuerpo como verdaderamente Otro, cuerpo atravesado por lo imprevisto.

La salida de la infancia con la presentificación del cuerpo del Otro nunca fue sencilla y hoy la diferenciación sexual intenta ser taponada con los semblantes de la época: disforia de género, unisex, entre otros. Los adolescentes necesitan reconfigurar su narcisismo, y vemos mucho en la clínica no solo la postergación de la adolescencia sino también lo que Miller propone como "la intromisión del adulto en el niño"5, una anticipación de la posición adulta que se refleja en la personalidad. En este mismo texto Miller recuerda que solo se goza del cuerpo propio. Gozar del cuerpo del Otro es una ilusión freudiana. Ahí se pregunta si el cuerpo del Otro no se encarna en el grupo. Podemos pensar que la angustia que desborda, y es a veces calmada por la vía de la crueldad, posibilita cierto goce del cuerpo del Otro del que formo parte. ¿Nueva alianza entre identificación y pulsión?

III

Introducen en el argumento la pregunta de ¿cómo se hace el par con la urgencia hoy? El argumento responde con Seldes: "El psicoanalista se hace interlocutor de la urgencia, de lo que se puede atrapar de aquello que a ese sujeto lo supera, alguna palabra que pueda extraerse para ser retomada en el lazo transferencial."6 El asunto es el "se hace". Indica una posición activa del analista instrumento que busca ese empalme de la opacidad del goce autista al Otro.

Interpretar al niño es "extraer al sujeto"7. Esta indicación de Miller nos sirve mucho para pensar la urgencia porque recibimos en esos momentos a quienes muchas veces llegan en posición de objeto, de hecho hablamos de subjetivar la urgencia. Hacer el par es hacerse partenaire; anuda la transferencia y la interpretación. Guy Briole decía "hacer el par con el imposible de decir del otro, o con una imposibilidad de decir 8. El deseo del analista opera en la apuesta a la construcción de un síntoma charlatán, que haya un analizante en relación a su inconsciente. Despertar para poder seguir soñando.

No siempre lo logramos, hay que contar con alguien que consienta a ello. En este sentido recordé unas palabras de Miller al concluir Pipol 59 en donde señala que en el centro del discurso analítico no está el Otro, solo existe el Uno solo. Y que en el análisis inventamos un Otro a nuestra medida, eso molesta al Uno solo. Al final este Otro se desvanece. Constatamos que ese cuerpo que habla sin palabras, goza. Y que cada síntoma, cada acontecimiento corporal traduce ese hablar con el cuerpo.

IV

A la vez que leemos los síntomas de la época. Como analistas leemos en la práctica el síntoma y lo traumático del goce de cada quien. Elegí dos recortes clínicos que me permiten localizar cómo aparece ese imposible de soportar y de qué modo se juega en la singularidad del encuentro con un analista eso que se engancha al Otro en la transferencia. Cuando se puede obtener un nuevo saber que impacta el cuerpo, el sujeto se alivia.

El caso M

Los padres de M consultan porque está en una situación social difícil. Organizó equipos de fútbol, juntó el dinero para la inscripción y decidió con un amigo quiénes quedarían afuera. Trató a algunos de inútiles, boludos, y no sólo los excluidos sino los padres de esos chicos se enojaron y se generó una situación complicada en la escuela. Agregan que es un adolescente muy dominante y queda expuesto, les es difícil ponerle límites. Están desorientados porque M es brillante y muy adulto, sabe hablar y convencer.

Al nacer el hermano menor, a sus 4 años, les hizo un planteo: ¿me pueden explicar cómo pasó esto? Vive tratando mal al hermano, lo insulta o lo ignora. El día de la cita escucho en el pasillo de afuera gritos de M hacia el padre: te dije que no quiero venir! No me interesa!
Abro la puerta, y en un tono muy agresivo y mirando al padre, vocifera: no me voy a quedar.
Los invito a que entren los dos.
Las acusaciones al padre siguieron: que el Padre no entendía nada, que estaba equivocado y era un exagerado. El padre le dice que vive agrediendo y él responde que no soporta que hable sin saber.
Se le llenan los ojos de lágrimas, se angustia.
Corto esa entrevista señalando su enojo ante el no saber del padre. Agrego que lo espero la próxima.
Insiste su enojo ante lo que los demás no saben, relata otras escenas en las que fue sancionado y surge en su decir que los pibes son aniñados y medio tontos.
Tomando ese semblante le digo que es extraño que sea él quien queda en el ojo de la tormenta.
Sorprendido, agrega que le gusta dejar al otro como boludo, me sale así.
El goce sádico que sostiene en sus peleas, dominar, defender su razón, o quedarse más callado como los que se victimizan, son asuntos que le conciernen.
Me cuenta un secreto familiar en donde lo que no se sabe marcó a su madre en la juventud respecto de lo que su padre ocultaba.
M intenta explicar todo, pero se topa tempranamente con que "no hay relación sexual", sobre eso no obtuvo explicaciones. El trauma del nacimiento de su hermano marca el cuerpo. El hacerse ver y mostrarse inteligente y adulto, junto al placer de dejar al otro como boludo, siguen hoy siendo una brújula luego de cuatro meses. Se calmó un poco su enojo con el padre. Y el acercamiento a alguna chica es por el momento inimaginable, frente al no saber cómo ser un hombre, resta el aniñado o el traje de adulto.
De entrada muestra al Otro el objeto a y vía el acting pone en juego lo real sin ley.
Se trata, tal como lo dice Lacan en el Seminario 10 al referirse a la transferencia salvaje, "de poner al caballo a dar vueltas en el picadero".
¿De quién es la urgencia? nos preguntamos con estos casos. Sin dudas, hubo que esclarecerlo para poner en forma significante lo real de su goce.

El caso S

S tiene problemas con los lazos, no tiene amigos, le hacen bullying y ella no se defiende. Así la presentan sus padres. Tiene 12 años, es hija de un segundo matrimonio del padre quien tiene dos hijos más que viven en otro país. El padre no se involucra casi en nada de la vida de S, es la madre quien se hace presente en el colegio, y en el análisis.

Me cuenta que no habla con nadie y está sola en los recreos, hace tiempo la insultan, le dicen que es un asco, una idiota, le sacan cosas de la cartuchera….Ella queda muda, en posición de objeto, tomada por esa humillación, no les responde. Contrasta con lo que sostiene cuando lo relata, dice que son todos tarados y no le importa lo que le dicen. Solo le importa sacarse buenas notas, presume ser la más inteligente de la clase. Los demás son ignorantes. Esta impostura de estar por encima de todos es muy marcada.

Al tiempo afirma que ella no entiende lo que hablan. Le señalo enfáticamente la importancia de esta frase, marca de su división.
Muy lentamente se vislumbra un fantasma de exclusión que funciona como defensa ante el agujero en el saber, desde ahí constituye su lazo sintomático al Otro.

Pasa horas en soledad con su celular, recibe un mensaje de un compañero que dice gustar de ella. Se entusiasma, se engancha, finalmente descubre que era una broma en la que participaron varios. Se angustia, el Otro malo consiste. Muestra cierta ingenuidad, le piden tareas hechas que ella comparte para ganarse el amor. Solo entiende a la madre, con ella puede hablar, a diferencia del padre que es un ser tremendo, la reta y no la mira.
La orientación fue señalar su posición de hacerse rechazar y confrontarla con su desprecio al otro.
El no entender lo que hablan se articula a sus hermanos y la familia paterna. Ellos comparten una historia previa, una lengua en la que ella se siente afuera.
El tiempo de comprender produce su consentimiento al amor al padre y en este movimiento se separa de ese Otro materno tan consistente. Hay efectos evidentes, habla más amorosamente, se hace amigas y habla del chico que le gusta. Ya no se escuda tanto en el saber intelectual. El bullying cesa.
El rechazo fue tratado inicialmente vía la virtualidad, es en un tiempo posterior que puede empezar a diferenciar entre ese mundo virtual y el mundo del encuentro con el Otro cuerpo, con lo hetero. El cuerpo ya no es un falo caído, empieza a brillar y hacerse mirar de otro modo. Soporta estar en el lugar de una chica objeto causa de deseo y no de rechazo. Ensaya la cercanía de los cuerpos. Algo de su propio goce en el rechazo cede, el deseo del analista introduce un enigma y sacude la certeza, sostenido en el amor de transferencia.

Para concluir, les quiero decir que una de las enseñanzas fundamentales que me dejó PAUSA es que el destino de la urgencia la decide quien la recibe, quien la escucha. Apostemos a hacernos destinatarios y causar un deseo de analizarse.

  • Alberti, Ch. (2023). Placa sensible. HTTPS://MONDODISPATCH.COM/ES/2023/12/11/PLACA-SENSIBLE/1
  • Miller J-A (2020). "En dirección a la adolescencia", en De la infancia a la adolescencia, Buenos Aires,2 Paidós.
  • Ubieto, J. R. (2016). "Notas sobre el acoso escolar. Una perspectiva psicoanalítica", Virtualia #32. https://3 www.revistavirtualia.com/articulos/17/malestar-en-la-civilizacion/notas-sobre-el-acoso-escolar-una- perspectiva-psicoanalitica
  • Lacan, J., (2001) "Prefacio al Despertar de primavera de Wedekind", Otros escritos, Buenos Aires, Paidós,4 p. 587.
  • Miller, J.-A., (2020). "En dirección a la adolescencia", en De la infancia a la adolescencia, Buenos Aires,5 Paidós.
  • Argumento Jornadas Pausa 2024
  • Miller, J.-A., (2020). "Interpretar al niño", en De la infancia a la adolescencia, Buenos Aires, Paidós, p.30
  • Briole, G., (2005). "Hacer el par en situaciones de urgencia", en Cinco Conferencias en Pausa, Buenos8 Aires, ICdeBA, p.148
  • Miller, J.-A., (2011). Conferencia de clausura de PIPOL V.

 

XV Jornadas Anuales de PAUSA: Niños y adolescentes en urgencia